04 febrero 2018

EXPERIENCIAS DE UN ECONOMISTA, ESCRITOR Y POETA

      

      Experiencias de un Economista, Escritor y 
poeta de la vida, que ha llegado a estas 
conclusiones. He aquí algunas sugerencias que 
harán de nuestra vida una experiencia 
insufrible para nosotros y para los que nos 
rodean:
      
      El miedo cerval a perder tu trabajo es 
muy importante para hacer tu vida miserable. 
Un apremio financiero, propio de la vida 
moderna, aunque sea transitorio, puede generar 
miseria en las condiciones materiales 
de tu vida; aunque tengas un trabajo de 
funcionario, estable y agradable, puedes 
ponerle un poco de sabor a la vida, quejándote 
todo el tiempo de lo que haces, además de 
temer sin motivo perderlo. Si por el contrario 
eres como la mayor parte de la gente, un 
empleado común y corriente de cualquier 
empresa, el mercado laboral siempre está 
fluctuando y no sabemos cuándo nuestra 
cabeza será la siguiente en la guillotina. 
Considerar sin necesidad, aunque sea en 
soledad tus errores de forma constante, actuar 
de manera servil o francamente hipócrita con 
tus compañeros, o simplemente imaginar lo 
que será morir de hambre en las calles cuando 
te despidan, es una práctica diaria que requiere 
toda tu angustia, acaban haciendo tu vida 
miserable.
       
      Puedes también practicar el aburrimiento 
de ti mismo y lo que te rodea. Las personas 
miserables suelen tener un aura de saberlo 
todo: nada los asombra, y lo que asombra a los 
demás debe ser rápidamente denunciado como 
lo que es, una copia burda de algo que ya 
existe real o virtual. Cultivar el sentimiento de 
que todo es predecible, de que todo ya ha sido 
hecho por alguien en el pasado o en el 
presente; que el tedio es insufrible, puede 
hacerte ver a tus propios ojos como una 
persona culta, que ha agotado todas las formas 
de asombro y solo le queda vivir su miserable 
vida rodeado de estafernos.
       
      Ni que decir nada sobre los que adoptan 
una identidad negativa. Si no sabes por dónde 
empezar puedes asumir diagnósticos físicos o 
mentales y vivir de acuerdo con ellos: si estás 
deprimido vuélvete una persona depresiva; si 
te sientes ansioso, vuélvete una persona 
ansiosa. Simplemente deja que tu diagnóstico 
condicione todos los aspectos de tu existencia, 
y lograrás vivir como un convaleciente, con 
todas las ventajas que aporta: la gente estará 
preocupada constantemente por tu frágil 
estado, y en vez de ser una persona compleja, 
con días buenos y malos, puedes dar por 
descontado que incluso los días buenos serán 
pocos si tu identidad negativa comienza a 
tomar el control.
       
      Puedes ser también de los que discuten 
sobre cosas tontas. No hablamos de un debate 
filosófico, sino de un asunto de poder: para las 
personas altamente miserables, tener la razón 
es más importante que dialogar con el otro 
para encontrar una verdad común o un terreno 
de interlocución. Es especialmente útil cuando 
estás en una relación de pareja, pues el otro 
siempre manifiesta pequeños detalles que son 
suficientes para arruinarle el día a los que 
quieren ser miserables. Discutir es un 
inmejorable sustituto del amor, pues las 
constantes peleas erosionarán un afecto mutuo 
que de otro modo podría crecer y volverse 
imprevisible, por ese motivo altamente 
peligroso, porque no discutirían nunca más 
sobre tonterías.
      
      Desconfiar de las intenciones de los 
demás, es una miserable servidumbre de la 
vida para algunos. Uno nunca sabe si un 
comentario, un halago, o una pregunta que nos 
hacen, no es en realidad un insulto, o una 
forma velada de humillación. La gente 
altamente miserable, siempre está pendiente de 
lo que los otros no dicen, no les importa lo que 
dicen los demás, aunque lo hagan de forma clara 
y entendible. Esto puede complementarse con 
el : no hay nada más miserable que hablar de 
las segundas intenciones de los demás, cuando 
éstos no están escuchando. Se sabe, que 
eventualmente la gente miserable está tan sola, 
que termina relacionándose únicamente con 
personas tan miserables como ellos mismos; 
también como está claro desconfiando de ellos.
       
      Evitar la gratitud de los demás a toda 
costa, sería reconocer una forma de 
superioridad sobre tu persona intolerable. La 
gratitud puede ser el elemento común de todas 
las formas religiosas, y algo que 
inmediatamente te ayuda a ver lo positivo de 
los demás, dentro de las situaciones negativas. 
Por ese motivo, debes evitar sentir gratitud:  
nunca digas gracias, la gente a tu alrededor 
tiene la obligación de servirte por tus evidentes 
dotes intelectuales: la vida está hecha solo 
para los grandes como tú, aunque seas un 
miserable.
      
     ¿Cómo son los que no disfrutan los 
placeres de la vida, Música, Paisajes naturales, 
Arte en general? Esas son cosas superficiales 
para gente tonta que no sabe nada de la vida. 
Las personas altamente miserables, saben que 
todo placer es transitorio y de alguna forma 
egocéntrico, pues son una distracción que no 
puede nunca compensar el miserable estado 
del mundo actual. Nada mejor para recordar 
constantemente, es que el mundo es un lugar 
horrible, lleno de pobreza, enfermedad y 
devastación que echa a perder cualquier 
momento de placer. Solo merece la pena lo 
inmediatamente próximo y material sin visos 
de trascendencia, que es capaz de satisfacer 
sus pobres necesidades.
       
      Glorificar o satanizar el pasado, es tarea 
fácil, solo es necesario leer libelos sobre la 
memoria histórica, sin documentarnos quienes 
los escriben a todas horas. Dicen que todo 
tiempo pasado fue mejor, pero el pasado 
también es el lugar de las oportunidades 
perdidas, desperdiciadas o ignoradas. Si algún 
día experimentas placer con el estado actual de 
tu vida, recuérdate cuando no tenías dinero, 
cuando te divorciaste, cuando te despidieron 
de algún trabajo o te pusieron una mala nota 
en la escuela, sin importar que hayan pasado 
veinte años. Los malos recuerdos son para 
siempre”; podría ser un buen eslogan para 
tener a la vista en cualquier situación, y sentir 
compasión de ti mismo.
       
      Quejarse siempre de todo, crea a tu 
alrededor una fiel audiencia de gente que 
también se queja, como si de un coro de 
parroquia se tratara. Las personas miserables 
saben, que la crítica podría abrir un fecundo 
espacio de diálogo: por eso se esfuerzan en 
permanecer en los lindes de la queja, que no es 
sino la expresión de su fascinante mente 
maestra para hallar algo negativo en cualquier 
situación. Las quejas funcionan también como 
recordatorios valiosos que los demás siempre 
estarán dispuestos a escuchar de ti: piensa que 
no hay nada más fascinante que escuchar a 
alguien quejarse sobre la política, el clima, sus 
relaciones o su trabajo. Por otra parte, quejarse 
tiene la ventaja de hacerte perder la 
oportunidad de generar en tu vida los cambios 
que podrían convertirte en una persona menos 
miserable, además de ser un hábito que puede 
realizarse a solas o acompañado. 

Málaga 4 de Febrero 2018