CUMBRES
Circundan ese pueblo montaraz
las cumbres que se hermanan con el cielo
un lugar de la Málaga playera
alegre, visceral y descocada
que ignora displicente sus raíces.
No sabe de sus verdes aledaños,
montañas que la abrigan de su invierno
duras de remontar - son muy cansadas -
El viento se retuerce entre sus montes
buscando el escaparse de ese mar
que se extiende y se pierde al horizonte.
El mar que es tan azul, es apacible,
es frio, es iracundo, tenebroso
oculta en sus entrañas mil secretos.
Es en esa altitud muy diferente,
riscos y maleza, árboles viejos
sumergen en el aire lo que es puro
el fluido más vital de nuestra vida,
los verdes insaciables de esperanzas.
Trepando sus caminos a lo alto
remando con los pies sobre las piedras
sentimos liviandad de lo que es fútil
pensando en no parar hasta su cima.
Atalaya de rocas arrugadas
por la bronca erosión de tantos siglos
nos deja contemplar todos los valles
con la rara nostalgia de lo inmenso
que todo lo que vemos es pequeño
parte venial del mundo prescindible.
En esta soledad entre montañas
tenemos más preguntas que respuestas
abiertas sin ambages que las turben.
La tarde se anochece sin permiso
el frío va calando hasta los huesos.
Despacio, nos miramos con amor
bajamos más deprisa que subimos
los niños piden agua están exhaustos.
Mañana al despertar, aún muy cansados
miraremos la bruma que las cubren
con ojos de las cosas que soñamos.
Escrito por Azpeitia, José Antonio
22 de diciembre de 2020 d.C.