13 abril 2020




LA TRAICIÓN…


Se afilan las espadas y cuchillos
en la lóbrega quietud de las traiciones.
Se apagan las luciérnagas que empujan
la mano seductora que asesina.
No quiere que la vean empuñando
la daga cachicuerna que dibuja
el arco de una iglesia sin ventanas.

Desanclar el puñal que está clavado
no impide que la sangre se vacíe
que corra por la espalda del vencido
que llora la traición amargamente.

No entiende que las nubes sean blancas
que la brisa del amor se haya escapado
por el túnel oscuro de los miedos.

La muerte le sonríe complacida
acude lentamente va sin prisa.
No se oye el corazón, pues balbucea,
escucha que lo llaman de muy lejos.

El rojo carmesí lo inunda todo,
volver la vista atrás ya no le sirve
las caras sonrientes son espectros
del rojo hasta el violeta que diluyen
las vagas ilusiones del pasado.

Del Dios tan prometido no hay noticia
se encuentra muy ocupado en otras lides
son tantos los que llegan abrumados
por pérfidas traiciones, desengaños,
que el limbo de los justos está lleno…
El limbo de los malos es inmenso
la ayuda es a los buenos… ¡Sí, son muchos!

El Juicio del Final no tiene fecha
se anuncia con trompetas y atabales
recuerda al de los jueces de este mundo
que dejan en el sueño de esos justos
legajo tras legajo amontonados.

Serán más de mil siglos celestiales
del péndulo que oscila y que no vuelve
la espera invertebrada…  de lo eterno.
Sanedrines con música de estrellas
que juzguen a los buenos y los malos.

El tiempo en este lado ya no existe
espacios infinitos los rodean.
No hay rastros del infierno prometido,
el cielo está aún muy lejos de este limbo.

Algunos, se alimentan con los panes
del crimen cometido entre los suyos
del vino de los vicios consentidos.
Los otros que sirvieron con esfuerzo
ocultan la bondad de su existencia.

A veces cuando sueño me aparecen
las almas de los seres más queridos
y quiero confesar que me lo cuentan
con un gesto feliz y resignado
que allá de dónde vienen hay silencios
y un páramo de paz… que yo no entiendo.


Escrito por Azpeitia, José Antonio
en el otoño del 2019 d.C.


EXISTIR...





Existir…

Existir, sin comprender el motivo,
es el sufrimiento que nos inunda
de habitar esta carne que es mortal.

Yo no entiendo a este cuerpo intransigente,
que no escucha mis súplicas constantes
que puedan desvelar sus mecanismos.
No deja desentrañe los secretos
sin dolor que acompañe a mi osadía.

Es máquina diabólica, imperfecta,
que rige caprichosa mi destino.
Me exige servidumbres incontables
que yo quisiera obviar, pero no puedo.

Inquilino del tiempo de este cuerpo,
son muy raras las veces que disfruto
de un espacio de treguas distendidas,
tan pocas… que las cuento con los dedos.

Mañana… ¿Será al otro?… ¡Quién lo sabe!
El que mueve este universo de locuras
dejará que comprenda sus misterios
y me muestre sin ambages sus poderes.

Huésped humilde aún soy de este tirano.
Y en un día, ya sin orden ni concierto
pedirá que me vaya limpiamente,
sin avisar, ni tiempo a despedirme.

Desahuciado, sin mis cosas ni equipajes.
Sin el peso brutal de su estructura
volaré con la luz al infinito
libre ya de este mundo que no entiendo.

Escrito por Azpeitia, José Antonio
el 18 de marzo de 2020 después de Cristo.


DESPUÉS DE UN TE QUIERO ABIERTO...






DESPUÉS DE UN TE QUIERO ABIERTO…

Después de un te quiero abierto
hay otro que está esperando
ciñendo sonido y letras...
los acordes de un concierto
de caricias y de besos.

Pensarás que es un milagro...
pero no, no estás soñando
es un te quiero que llega
de muy lejos en voz baja.
Es un beso prolongado
que se ríe del espacio
y se sumerge en el tiempo
hasta dejar sin aliento
a los pájaros del miedo.

La paz anida en mi pecho
como un canto de Vivaldi
que roba a la primavera
lo mejor de sus sonatas.
Después el verano llega
con ese viento caliente
que es la fuerza de tu alma.

Son tormentas de verano
con los violines temblando
Pizzicatos de la lluvia
que asustan a los tejados.

Tempo lento, suena el piano
de las noches apacibles
donde el amor encontramos 
sin vericuetos ni trampas.
Son sábanas tremolando
como banderas al viento
que abrigan nuestros secretos.

Muchos quieren entender
que esconden nuestros poemas.
...Nunca lo podrán saber...
porque somos diferentes.
Porque de amor estás hecha,
de un retazo del concierto
que interpretas con tus manos.

Tu ternura y poesía
lo que te rodea envuelven.
Y como un sauce llorón
que se asoma al universo
y se mira en las estrellas...
buscas hacer imposibles
entregada al sentimiento.

Yo soy el pájaro errante
al que acogiste en tus ramas
en la noche de un invierno,
que silba mil melodías
cuando acaricias sus alas.

Escrito por Azpeitia, José Antonio
dos de abril de 2020 d.C.