16 abril 2020
13 abril 2020
LA
TRAICIÓN…
Se afilan
las espadas y cuchillos
en la
lóbrega quietud de las traiciones.
Se apagan
las luciérnagas que empujan
la mano
seductora que asesina.
No quiere
que la vean empuñando
la daga
cachicuerna que dibuja
el arco de
una iglesia sin ventanas.
Desanclar el
puñal que está clavado
no impide
que la sangre se vacíe
que corra
por la espalda del vencido
que llora
la traición amargamente.
No
entiende que las nubes sean blancas
que la
brisa del amor se haya escapado
por el túnel
oscuro de los miedos.
La muerte le
sonríe complacida
acude
lentamente va sin prisa.
No se oye
el corazón, pues balbucea,
escucha
que lo llaman de muy lejos.
El rojo
carmesí lo inunda todo,
volver la
vista atrás ya no le sirve
las caras
sonrientes son espectros
del rojo
hasta el violeta que diluyen
las vagas
ilusiones del pasado.
Del Dios
tan prometido no hay noticia
se encuentra
muy ocupado en otras lides
son tantos
los que llegan abrumados
por
pérfidas traiciones, desengaños,
que el
limbo de los justos está lleno…
El limbo
de los malos es inmenso
la ayuda es
a los buenos… ¡Sí, son muchos!
El Juicio del
Final no tiene fecha
se anuncia
con trompetas y atabales
recuerda
al de los jueces de este mundo
que dejan
en el sueño de esos justos
legajo
tras legajo amontonados.
Serán más
de mil siglos celestiales
del
péndulo que oscila y que no vuelve
la espera
invertebrada… de lo eterno.
Sanedrines
con música de estrellas
que
juzguen a los buenos y los malos.
El tiempo
en este lado ya no existe
espacios
infinitos los rodean.
No hay
rastros del infierno prometido,
el cielo
está aún muy lejos de este limbo.
Algunos,
se alimentan con los panes
del crimen
cometido entre los suyos
del vino
de los vicios consentidos.
Los otros
que sirvieron con esfuerzo
ocultan la
bondad de su existencia.
A veces
cuando sueño me aparecen
las almas
de los seres más queridos
y quiero
confesar que me lo cuentan
con un
gesto feliz y resignado
que allá
de dónde vienen hay silencios
y un
páramo de paz… que yo no entiendo.
Escrito
por Azpeitia, José Antonio
en el
otoño del 2019 d.C.
EXISTIR...
Existir…
Existir, sin comprender el motivo,
es el sufrimiento que nos inunda
de habitar esta carne que es mortal.
Yo no entiendo a este cuerpo
intransigente,
que no escucha mis súplicas
constantes
que puedan desvelar sus mecanismos.
No deja desentrañe los secretos
sin dolor que acompañe a mi osadía.
Es máquina diabólica, imperfecta,
que rige caprichosa mi destino.
Me exige servidumbres incontables
que yo quisiera obviar, pero no
puedo.
Inquilino del tiempo de este cuerpo,
son muy raras las veces que disfruto
de un espacio de treguas distendidas,
tan pocas… que las cuento con los
dedos.
Mañana… ¿Será al otro?… ¡Quién lo sabe!
El que mueve este universo de locuras
dejará que comprenda sus misterios
y me muestre sin ambages sus poderes.
Huésped humilde aún soy de este
tirano.
Y en un día, ya sin orden ni
concierto
pedirá que me vaya limpiamente,
sin avisar, ni tiempo a despedirme.
Desahuciado, sin mis cosas ni
equipajes.
Sin el peso brutal de su estructura
volaré con la luz al infinito
libre ya de este mundo que no
entiendo.
Escrito por
Azpeitia, José Antonio
el 18 de marzo de
2020 después de Cristo.
DESPUÉS DE UN TE QUIERO ABIERTO...
DESPUÉS DE UN TE
QUIERO ABIERTO…
Después de un te
quiero abierto
hay otro que está
esperando
ciñendo sonido y
letras...
los acordes de un
concierto
de caricias y de
besos.
Pensarás que es un
milagro...
pero no, no estás
soñando
es un te quiero que
llega
de muy lejos en voz
baja.
Es un beso prolongado
que se ríe del
espacio
y se sumerge en el
tiempo
hasta dejar sin
aliento
a los pájaros del
miedo.
La paz anida en mi
pecho
como un canto de
Vivaldi
que roba a la
primavera
lo mejor de sus
sonatas.
Después el verano
llega
con ese viento
caliente
que es la fuerza de
tu alma.
Son tormentas de
verano
con los violines
temblando
Pizzicatos de la
lluvia
que asustan a los
tejados.
Tempo lento, suena el
piano
de las noches
apacibles
donde el amor
encontramos
sin vericuetos ni
trampas.
Son sábanas
tremolando
como banderas al
viento
que abrigan nuestros
secretos.
Muchos quieren
entender
que esconden nuestros
poemas.
...Nunca lo podrán
saber...
porque somos
diferentes.
Porque de amor estás
hecha,
de un retazo del
concierto
que interpretas con
tus manos.
Tu ternura y poesía
lo que te rodea
envuelven.
Y como un sauce
llorón
que se asoma al
universo
y se mira en las
estrellas...
buscas hacer
imposibles
entregada al
sentimiento.
Yo soy el pájaro
errante
al que acogiste en
tus ramas
en la noche de un
invierno,
que silba mil
melodías
cuando acaricias sus
alas.
Escrito por
Azpeitia, José Antonio
dos de abril de
2020 d.C.
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