13 febrero 2009

Historia de un Viernes...víspera de San Valentín


Hace mucho tiempo que no escribía un relato corto
y pensando en mañana San Valentín, he querido
dejaros esta pequeña historia de la vida vulgar
de cualquiera de nosotros...
Después de leer este relato...seguir al siguiente post
el de Viaje al Nilo 5000 años después,
merece la pena...un abrazo y felicidades
para mañana....-azpeitia-




HISTORIA DE UN VIERNES VISPERA DE…SAN VALENTÍN


Mientras bajaba las escaleras de la oficina, Luis encendió un cigarrillo. La luz pálida de la cerilla, iluminó unos instantes sus facciones, que a intervalos se movieron en una danza rítmica y grotesca.

Si por algo temía siempre la hora de salir de aquella maldita casa, era por el frío que se colaba por aquella endiablada escalera, parecía como si todos los ángeles del averno se hubieran dado cita allí, para mover sus alas frenéticamente.

Una vez hubo llegado al portal, sonrió con tristeza, mañana es San Valentín pensó para sus adentros,… pero eso ya no tenía nada que ver con él; afuera la lluvia desmenuzada por el viento, caía vertiginosamente…aún recordaba unos versos leídos en el ordenador de su mesa, en un Blog de un tal –azpeitia- que hace mucho tiempo, escribió a Rosa su último amor, sobre la servilleta de un bar…

Ayer amanecí en tus ojos...
la luz no me dejaba ver las estrellas.

Hoy el crepúsculo los envuelve...
sus sombras no me dejan ver el sol.

Será que tu amor me ha dejado ciego...



Aún aspiró un par de veces en su cigarrillo, mirando con los ojos apretados como se dibujaban las gotas de agua con las primeras luces del anochecer.
Levantándose el cuello de la gabardina, se encaminó lentamente por entre la gente que sin temor a mojarse, corría abigarrada de un lado para otro.

Si no hubiera hecho tan mal tiempo, habría dirigido sus pasos al centro de la ciudad. Le gustaba el palpitar de sus grandes avenidas, a esas horas llenas de luz y de bullicio. No era preciso recorrerlas todas, se detenía muchas veces en la mesa de una terraza con una cerveza, e iba viendo pasar a todo el mundo: Mujeres hermosas de desafiantes curvas, corrillos que se adivinaba eran de estudiantes, hombres con enormes carteras, algún emigrante de nacionalidad indefinida que balbuceaba con la mano abierta.

Después se preguntaba por la vida de cada uno de aquellos seres dispares que discurrían por su lado. Le hubiera gustado sentarlos a todos en su mesa para que le contaran sus cuitas, sus penas, sus sueños más recónditos.
Todo eso habría ocurrido en un día normal; pero hoy después de cruzar varias calles, paulatinamente se fue acercando hacia la parte baja de la ciudad, deseoso de variar.
Todavía allí tropezaron sus ojos, con las tensas luces de los coches que caían atravesadas por la lluvia sobre el empedrado y algún que otro transeúnte que pasaba sin mirarle.

Un poco más allá, sobre el río, bajaban presurosas las últimas gabarras, empujadas por los invisibles remos de la corriente.
Se hubiera detenido a mirarlas y ver como sus proas rompían el tímido reverberar del agua; sin embargo, algo impaciente en su alma se removía febrilmente.

Hacía tiempo, que él había adivinado en cada uno de aquellos seres, que tan atentamente observaba en sus paseos, algo desconocido que llegaba a superar su imaginación, algo por lo que era preciso vivir deprisa y no dejar escapar un minuto de su existencia.

No sabía ciertamente cual era la razón de aquel cambio repentino dentro de su ser, pero la realidad estaba allí apremiándole en cada silueta de mujer, en cada coche, en cada bar, desdibujándose y fundiéndose por último, en algo intangible, lábil, más denso que su propio entendimiento.

Un fuerte aguacero, vino a sacarle de sus meditaciones, estremeciéndole el súbito contacto de sus gotas heladas sobre las sienes. Rápidamente salió corriendo a refugiarse en cualquier sitio y fue a parar al ventanal de un pequeño bar de aspecto viejo, de cuyo interior salía un fuerte olor a aceite requemado.

En él se detuvo, pegando la nariz al cristal empañado por el vaho. Quería ver como era por dentro, y todo resultaba inútil. Solamente al cobijo del toldo lleno de parches, una idea ridícula le asaltó. ¿Era posible que desde un principio no se le hubiera ocurrido entrar sin más preámbulos?
Al abrir la puerta del establecimiento, un tufillo denso a sopa de pescado, le acarició la cara. Todo estaba repleto y apenas unos cuantos clientes volvieron la cabeza al verle aparecer por la puerta.

Con paso decidido, se fue derecho a una mesa de madera sobada, en la parte más acogedora, y se sentó. Una mujer robusta, de ademanes hombrunos y delantal blanco, se fue hasta él.
- ¿Qué cenará el señor? – dijo, mientras limpiaba con un trapo sucio, algunos restos de comida diseminados por la mesa.

Por un momento, Luis tuvo la intención de rectificarla diciéndole que no deseaba hacerlo; pero el olorcillo a fritanga de una presentida cocina en la parte baja del bar, y el recuerdo del consabido menú que le esperaba en la pensión, estimularon visiblemente más de lo normal su apetito.
Así que se detuvo a leer minuciosamente la carta, pellizcando un pan blanquecino que acababan de traerle encima de dos platos.

Aquello no formaba parte de un programa oficialmente estudiado, sino del alegre curso de los acontecimientos naturales, que aún siendo aleatoriamente propios, parecía que fueran a tocarle a todo el mundo contagiándole su alegría. Para él un hombre metódico, aquello era una gran aventura, como decían en su oficina, -¡La noche era joven!-.

-¿Me hace el favor? – le preguntó de repente, un hombre de aspecto humilde que estaba sentado enfrente.
Luis se había dado cuenta hacía rato, de su mirada insistente y de su pálida sonrisa y le ofrecía ahora, con el brazo extendido, una gran bota de vino.
-No, gracias- contestó Luis, agradablemente turbado. Pero algo le pareció, que su actitud no había sido muy cortés, y en el acto, llamó a la camarera y le pidió medio litro del mejor vino, que en parte vació en un vaso, y diciéndole al hombrecillo: -A su salud, a su salud.-

Enseguida empezaron a charlar. Luis fuese el vino que había bebido o la lenta digestión de que a veces era víctima, empezó a contarle su vida. Dijo que era de Valencia, de la que hacía ya casi veinte años que faltaba.

-¿No conoce Valencia?-preguntó.
-No- contestó el hombrecillo –Hace años tuve intención de hacerlo con mi mujer, pero ya sabe, los hijos y el sueldo que a uno le viene escaso, no dejan mucho donde elegir-.

-Claro, pero usted no estará todo el día encerrado entre cuatro paredes como yo en la oficina- exclamó, mientras se pasaba el pañuelo, para secarse el sudor que le bajaba por la frente.

-Comprendo, pero a veces la intemperie en esta época del año, no tiene nada de aprovechable- y dicho esto, le enseñó muy abiertas, unas manos áridas y corpulentas, curtidas dios sabe en que andamios.

-Tiene razón, tampoco lo suyo puede remediarse mucho- se le había caído un poco de vino en el pantalón y lo secaba distraídamente con la servilleta.
-¿Ve?- exclamó repentinamente Luis. –Mañana es sábado, y hoy todo el mundo es feliz pensando en ello. Solo que cuando llegue realmente, sonará a reposo forzado y a fatigosa diversión, a una fiesta obligatoria.
-Dígamelo a mí- contestó. –Cada sábado y cada domingo que llega, me aburro como una ostra, se lo digo muchas veces a mi mujer y ella lo único que hace es encogerse de hombros-.

En el momento en que había mencionado a su mujer, al hombrecillo le entró una súbita prisa, y levantándose y estrechando dolorosamente la mano de Luis, se marchó precipitadamente.
-Me esperan, usted no está casado y no puede comprender…algún día, quién sabe. ¡Adiós!... ¡Adiós!

Una vez solo, Luis abrió desmesuradamente la boca, no sabía si era sueño o ganas de estirar las piernas. Así que pagó y aprovechando que no llovía, se fue hacia el centro de la ciudad.

Realmente, no sentía ningún deseo de volver a casa. Y para confirmarse en su intención, fue paseando, como llegó a parar a la barra de una cafetería. Su estómago repleto, le daba la sensación de que sería capaz de resistir los embates de la bebida más furibunda: Razón por la que no tardó en hacerlo con auténtico deleite.

Todo aquello era una vida misteriosa para él, para todos los que como él, se pasaban su monótona existencia encerrados de la mañana a la noche en una oficina, sentados delante de una mesa llena de papeles polvorientos. ¡Y el jefe, que de vez en cuando pasaba con las manos en la espalda, lanzando furtivamente una ojeada insidiosa por encima de su hombro a los registros y a las columnas de cifras de su ordenador, tratando de sorprenderlo, en algún Chat, en el MSN o leyendo la prensa on line.

Sin embargo, era un día como todos los demás, un día cualquiera. Pero, ¡Cuánta satisfacción en aquel aire, que daba un aspecto nuevo a las casas, a los escaparates, a los coches, a los transeúntes!
Le hubiera gustado en aquél momento, hablar a todos comunicándoles su alegría, y lo único que se le ocurría, era llamar con la mano al muchacho que estaba detrás del mostrador, señalándole su vaso.

Había demasiado bullicio para que le hubiera escuchado nadie; además, el gran espejo que se extendía fraccionado a todo lo largo de la cafetería, era una manera discreta de distraerse volviendo a su afición favorita.

De repente, una mano blanca de largas uñas color rosa, se posó suavemente sobre su hombro.
-¿Tienes fuego cariño?-
Luis sorprendido, giró sobre sí mismo hasta tropezar con una muchacha morena de cara desafiante, que le tendía entre sus labios un cigarrillo.
-¡No faltaba más!- dijo, mientras le daba fuego con el suyo. Nadie hubiera podido decir de aquella muchacha de carnes apretadas, rayara ya los cuarenta años, de no ser por las finas arruguillas que se adivinaban en su gran escote y el estudiado exceso de maquillajes de sus facciones.
-¿Estás solo?- preguntó, mientras pedía para sí un coñac…-¿Me invitas?-
-Sí, un poco-
-¡Parece mentira hombre! – y acercándose muy despacio añadió -¿Es que no tienes novia?

En ese momento Luis empezó a notar, que las ideas le acudían perezosamente a la cabeza y a penas si podía dominar su mirada desvaída que empezaba a adquirir un brillo desusado.

Había ido perdiendo paulatinamente sin darse cuenta el dominio de sus músculos, y muchos movimientos le pasaban inadvertidos, como si fueran ajenos a su propio cuerpo.
-Tuve una, hace mucho tiempo, pero de eso quien se acuerda ...era de Barcelona y me dejó de la noche a la mañana, sin más, sin despedirse…bueno me puso en el espejo del cuarto de baño con el lápiz de labios….¡adèu!.

-Claro, así sois todos los hombres, si te he visto no me acuerdo. Yo tuve uno, y era así como tú, siempre tan triste y taciturno, que un día decidí componérmelas yo solita para divertirme. Después de todo es lo único que merece la pena. ¿Verdad chato?

-Seguro que hoy has cobrado tus buenos dineritos ¿no?…..no te preocupes que no soy nada cara para el “completo” que te voy a hacer-.

Luis se la había quedado mirando, con una sonrisa imbécil apergaminada en los labios. Empezaba a sentir una inmensa alegría, por todo lo que tan inesperadamente, se había improvisado en aquel día.
Le gustaba aquel ambiente, y hubiera seguido charlando amigablemente, de no ser por la intervención de un tercero, que cogiendo a la muchacha por el hombro, empezó a susurrarle algo al oído, a lo que ella respondió, con una risa estridente, casi histérica.

-¡Eh, eh, oiga, ya basta!- dijo Luis mientras hacía equilibrios por mantenerse derecho. -¿No ve que la señorita está conmigo?...y además no consiento que la manosee-.

El hombre le miró sorprendido, como si no se hubiera dado cuenta de su presencia, y le contestó, riendo maliciosamente.
-¿La tienes en exclusiva Robert Redford?- mientras la daba un beso en la boca, apretándola aún más.

Los labios de Luis palidecieron sensiblemente, una oleada de ciego furor se apoderó repentinamente de él. Agarró al hombre por el cuello e hizo el gesto de estrellarle contra la barra del bar.
Pero éste, pasada la sorpresa, se defendió ferozmente, tratando de liberarse de la presión que le sofocaba, golpeando frenéticamente con sus puños, como mazas. Fuese el dolor, fuese la ciega rabia que se había apoderado de él, Luis apretó aún más los dedos alrededor de su cuello.

De repente con un estrépito de vajilla rota y de sillas derribadas, los dos hombres rodaron por el suelo.
De pié, tapándose la boca con las manos, la muchacha contemplaba aterrada la escena, incapaz de gritar, ni de dar un paso. -Se ha vuelto loco- gritaba, -se ha vuelto loco-…

Rápidamente los separaron. Luis levantándose del suelo, la miró sonriendo grotescamente, y con voz quebrada pero suave dijo:
-No es nada,…No tengas miedo…- tenía la cara terriblemente amoratada, y las comisuras de los labios y las manos, manchadas de sangre. De la sensación de mareo anterior, solamente le quedaba un horrible dolor de cabeza.

Se fue tambaleándose hacia la puerta, y aún volvió la cara para verla por última vez.
Pero ya no estaba. Un murmullo de voces más apagado que a la entrada lo despidió.
Ahora ya muy cansado, decidió ir hacia la pensión, le pillaba un poco desplazado, pero el paseo le convendría.
Una cuadrilla de noctámbulos, colocados en fila india, con un pié en la acera y otro en la calzada, iban marcando el paso militar…-¡Un,dos…Un,dos…!- mientras silboteaban alegremente. Le hubiera gustado añadirse a la fila, de no ser por el sueño y el tremendo dolor de cabeza.

En realidad, su primer día de fiesta se había nublado un poco, y ya todo era cuestión de llegar a casa. Subió las escaleras deprisa, y pronto se encontró en su habitación. Buscó en su mesilla la foto de Rosa... estaba ya un poco desvaída, pero la besó repetidas veces…-bueno Rosa… mañana es San Valentín-… detrás de la foto figuraba otra poesía copiada de aquel Blog.

La luz apagará tus ojos.
Solo la noche
te dejará ver limpiamente
tu destino de ave migratoria..
que se eleva sin rumbo..
hasta perderse...
en las estrellas....



En el reloj de la mesilla iban a dar las cinco y media. Puso la chaqueta y la corbata colgadas en la silla, y se acercó lentamente al espejo, después se sentó para quitarse los zapatos.
El sábado y el domingo, lo pasaría durmiendo, se lo diría a Isabel para que no le molestasen, además el lunes tenía mucho trabajo y…..
Poco después Isabel entró en su habitación. Luis tendido, con la cara pálida y serena, apoyado de costado sobre la almohada, dormía.



Desde Zuhaitz-Ondoan -azpeitia-
Víspera de San Valentín 13
de Febrero de 2009

10 febrero 2009

Viaje al Nilo 5000 años después....



A Mercedes & Isabel, ya no necesito presentároslas, pues ya las conoceis. Hoy han interpretado, recitado, declamado, como queráis llamarlo de forma magistral, mi poesía "Viaje al Nilo 5000 años después...." Esta poesía fue escrita el 27 de Marzo de 2008 y se encuentra en este blog. Pero con el fin de que podais leerla y oírla al mismo tiempo, la inserto nuevamente.
Espero que sintáis como yo he sentido, el aire caliente del desierto, quemando
vuestro cuerpo.
Gracias a Mercedes & Isabel http://palabrasonoraaudio.blogspot.com/
y a todos vosotros por vuestra amable atención.


desde Zuhaitz-Ondoan -azpeitia-




Viaje al Nilo 5000 años después...


Remontándote en el viento,
entre brumas y nubes vas al cielo.


Vuelas lejos, muy lejos a otras tierras,
de arena y fuego, de Mastabas huecas,
pirámides mudas, ciclópeos templos,
faraones muertos, horizontes largos,
de desiertos secos,
de secas ciudades, que duermen recuerdos.


Matarás los sueños que tuviste un día,
de distantes mundos, de un profundo oriente,
de vestales moras, almudíes llenos.


Cuentos que sacaron, de aquel libro viejo,
eran mil y un días...las mil y una noches
de infieles sultanes, de mirada torva,
huríes veladas de encajes y sedas...
Serrallos, Harenes....de alfanjes de hierro..
de traidoras dagas, de finos puñales.


El barco despierta de su largo sueño,
se acuna en el río...
su pecho de acero divide las aguas,
el Nilo se quiebra....
lleva en su joroba, motores y fuego.


Luego muy despacio, se aleja de tierra,
quisiera parece, perderse en la niebla.


Atrás deja El Cairo, Luxor está al frente,
Asuán lejanía, Simbel queda al fondo.


El sol no amanece, se oculta en la orilla,
sus rayos de oro rompen los destellos.


Azules del cielo se vuelven bermejos,
ventanas de estrellas colgadas del cielo...
Dahaibas, Falucas, de velas enhiestas,
milenarias garzas de blanco alabastro,
dibujan el agua, cruzando jacintos,
abriéndole surcos al barro y al limo.


La proa del barco se envuelve en la espuma,
la corriente empuja en su ciega ruta.


El barco respira volutas de humo,
suspira cansado los cincuenta siglos.


La luna se atrapa de su negro manto,
la noche enmascara los ruidos callados.


Arenas lejanas de la vieja Nubia,
se adivinan rojas de polvo salobre.


Se asoman despacio, se envuelven al aire,
se remansan dunas, fantasmas fugaces.


Hoy Columba tienes, las alas muy blancas,
soñarás distancias perdida en la nada,
ventanas abiertas con los vidrios rotos.


El África negra llamando a tu puerta,
el aire caliente quemando tu cara.
El agua corrupta, quemando tu vientre,
las manos de niños pidiéndote el alma.


Ciudades angostas de calles quebradas,
que asumen destinos de miseria y hambre,
con los mismos niños, con las mismas caras,
pidiendo limosna...nadie les atiende...
son molestas moscas, habrá que espantarlas.


Aún sigues soñando que la tarde es larga,
que nunca se acaba, que un verso muy blando
le suda la frente...
Apagado el día la gente se duerme...


Languidece El Nilo, se ensancha y se pierde
en largas llanuras, entre manchas verdes.


Vendrá el sol mañana al Valle de Reyes,
dicen que no duerme, que se marcha y vuelve,
dios de los egipcios, el Ra de la muerte,
que no duerme nunca, que es un rey de reyes.


Heliópolis llora su perdida suerte...


desde Zuhaitz-Ondoan -azpeitia-

27 de Marzo de 2008

06 febrero 2009

Recitada por Mercedes & Isabel la Poesía "LA GUERRA...." del autor -azpeitia-

Mis amigas Mercedes & Isabel de http://palabrasincendiadas.blogspot.com/ poetas además de artistas de una indiscutible calidad, como podréis comprobar en sus hermosas páginas, han tenido la amable deferencia de interpretar de una manera magistral, mi poesía "LA GUERRA.." que podéis leer al mismo tiempo que oís, en el segundo post que precede a esta grabación.
Gracias a ellas y a vosotros por vuestra amable atención.
desde Zuhaitz-Ondoan -azpeitia-
6 de Febrero de 2009