05 agosto 2019










ARCHIVOLTAS….


Los hombres y mujeres de este tiempo,
no van a ningún sitio, no progresan,
no asumen donde van cada mañana
en torpe conducción de cuatro ruedas.

Con cara impersonal que se repite,
el tráfico mortal de las aceras,
no deja distinguir cuál es su gracia,
es un cliché brutal, recalcitrante.

Opaco es el icono de una raza
que pronto acabará con lo que existe
y asume con pereza su destino,  
dejando que gobiernen archivoltas
pobladas de profetas y de santos
en góticas iglesias de lo oscuro.

Incienso el de las fábricas de humos
que en salmos de salarios de miseria
sujetan a la tierra a los humanos,
borregos de una tétrica oficina
que viste con pezones los teclados
y falos en los arcos de las puertas.

Impostan a sus voces, voz de mando
los técnicos vestidos de esa alpaca
que brilla con la luz de los neones
y aturden al que mira de soslayo.

Acaban semejando a ciertas aves
que siempre nos resultan de rapiña
los pérfidos profetas de lo útil.
Políticos de plástico con barbas
o jóvenes imberbes impolutos
son kenes de las barbies feministas
que se orinan en el Arco del Triunfo
o en la puerta imperial de Brandeburgo.

Los otros, que obedecen tan sumisos,
se creen lo que dicen los de arriba
semejan más a patos vacilantes
que dicen cua,cua,cua, si les preguntan.

No piensan que las guerras de otras tierras
mañana inundarán también las nuestras
y el plácido acunar las necedades
tendrá un final atroz… por ignorantes.

El cruel diseñador de esta pintura
Isidre de Monés y otras lindezas,  
reparos no ha tenido en su diseño,
metiendo en una iglesia a los citados.  
Tendrá que responder en tribunales
habernos descubierto tal infierno.


Escrito por Azpeitia, José Antonio
en homenaje al pintor Isidre Monés
autor del dibujo que preside este poema
el día 5 de agosto del 2019 d.C.


04 agosto 2019

ALEA IACTA EST...





ALEA IACTA EST…

La suerte no está echada, no se acuesta
corre desventurada al precipicio
de un tiempo y un espacio que se funden
en la extraña ineptitud del cotidiano,
ese torpe guerrero que fusila
con su nombre aburrido amaneceres.
Sólo un tímido poema nos convence
acrece con sus versos la esperanza,
revuelve en nuestra cama los sudores
del tibio anochecer de cada día.
Tus ojos y tu cara son promesa
de una sonrisa abierta que ilumina,
lo que siempre he sentido en tu belleza
ese faro de un puerto de arribada
donde el viento y las olas se acongojan
estrelladas en sus viejos farallones.
Tus poemas se escapan de lo inútil,
es un pérfido martillo y un cincel
con que esculpes y rompes los prejuicios
dando forma a lo que nadie sospechaba,
esa imagen brutal de desnudeces
que sorprenden a sabios y profanos.
Lo dulce y lo amargo crecen juntos
se mezclan, se emborrachan las pasiones.
El vértigo del verso es peligroso
porque expresa entre líneas muy sutiles
los pecados veniales sin motivo,
confesión en parroquia envejecida
que quedó entre paredes olvidada.
Ese gesto mirando al infinito
desarbola al lector de tus poemas
enamora a los miles de poetas
que quisieran conocerte más de cerca.
Ese, cerca, que hace años me condujo
al rebufo del ciclón de tu ternura
en la espesa madeja de la red
donde nacen y mueren ilusiones
en búsqueda tenaz de amor sin hache.
Inspiras a un pintor por tu belleza
a este humilde poeta por tus versos
nadie sabe donde llega tu oleaje
en las tardes soleadas de esta playa.


Escrito por Azpeitia, Jose Antonio
el 4 de agosto de 2019 d.C.
Homenaje a la poeta Amaya Martin
y a los pintores Isidre Monés y Raúl Alonso
que se atrevieron con la imagen.