(Prólogo advertencia
a la Oda)
Si sonreír es afrenta,
no seguid, esto es
muy duro
vuestro humor no está maduro,
la inteligencia es parienta.
Mas si no entendéis los versos,
buscaréis con devoción
en los libros los reversos
del Nebrija o del Catón…
-azpeitia-
ODA A LA DUQUESA
INFIEL…
(Poema declamado en arte menor por el Marqués, excepto en su
primera intervención y en arte mayor por la Duquesa, que así exhibe su alto rango.
Ha sido licencia de este poeta dentro de un orden poético,
mezclar rimas y estilos, siempre dentro de los cánones de musicalidad y número
silábico que requieren estas Odas.)
Inquieta desbordada,
temerosa…
Arnulfa no olvidéis
las mis enaguas,
la cita del marqués
¡Ay! me rebosa.
Marqués que dicen es,
de “Entrambas aguas”
Señora no sufráis que
de esta cita
sabréis sacar
provecho con astucia,
es joven, es apuesto
y se acredita
que guarda entre sus
arcas gran fiducia.
Sabed que vuestra
cruz es buena dote,
faced uso del nombre
y su relumbre,
y aquí en el
canalillo del escote
la rosa que sus ojos
los deslumbre.
Duquesa de la “Cruz desvencijada”
la Iglesia Carmelita
está vacía,
la calle es más escura
e apagada
el óbolo en promesa,
en la alcancía.
El párroco ha pedido
una oración.
Qué bueno es de
escuchar… ¡Confesionario!
Mostraros como sois en
discreción.
Rezad por mis pecados
un rosario.
La sombra del marqués
es alargada,
su fama de galán y
pendenciero,
cabalga el marquesado
en su mesnada.
Los nobles lo
proclaman justiciero.
Ya llega el
caballero, no hagáis ruido,
paresce que le
extraña este lugar,
guiadle con la tos
como descuido,
que sepa donde estáis
para escuchar.
¿Estáis señora donde
dice el monje?
A fe mía, que es
discreta la abadía,
face el primor, do el
amor esponje.
Quisiera estar
contrito sin porfía.
Mostradme algún
desdén de vuestra mano,
no quiero equivocar
mis sentimientos
pues como veis
duquesa, soy humano
ya no aumentéis aún
más, mis sufrimientos.
Deciros que en mi voz
uso el romance.
Usar el heptasílabo
es de clase
tan alta, como vos en
este trance
dejad que en estos
términos me abrase.
Compartiros mis
ardores
en romance, es mi
locura
son así más muñidores
que mi voluntad
procura.
En este modo quisiera
preguntaros por el
Duque
que dicen que está
lejano
y solo se allega en
buque.
El Duque ya partió ¡Es
muy valiente!
se fue a Jerusalén a
conquistarla.
¡Por Dios! tiene un
mal trance, es imprudente
cercar la tierra
Santa y levantarla
es logro, que
alcanzara ese milagro
trayéndole más
fuerzas y reaños,
pues yo en mis
oraciones lo consagro,
aunque pasados ya,
son varios años.
Querréis saber si
tengo galanteos,
con nobles de mi
corte tan selecta,
los juegos nunca
llegan a himeneos,
la gente tiene lengua,
y es abyecta.
Dejadme pues soñar
con su regreso
No quiero mancillar
su ilustre cuna,
pues puede ya estar
muerto, quizá preso.
Su herencia he de
guardar y su fortuna.
No sigáis, me
solivianto.
Debéis darme un buen
motivo
pues estoy que no me
aguanto
y me vuelvo muy
impulsivo.
No hay ni reinas ni
princesas
que alcancen vuestra
hidalguía,
no vengáis ahora con
esas,
no aparentéis ser tan
fría.
Marqués, no deseéis
tamaño infierno.
Queréis el revolcarme
con pasión.
Pensad que ya hace
frío y es invierno
y es mi viejo
castillo un panteón.
Mezclar ahora mis
huesos con los vuestros
hacer un amasijo de
locuras,
sacára de sus tumbas
mis ancestros
cubriendo mi vivir de
desventuras.
Así que no soñéis, mi
vida es triste,
un leve destellar no
es suficiente,
queríais me por bien,
vos me dijiste.
¡Haceros la señal,
ahí en la frente!
Fablarme no es de
amor lo que pretende
su intrépido
ofertorio de propuestas
que a damas de mi
alcurnia nos ofende,
y a todas sus
preguntas no hay respuestas.
¿Ahí termina el
alegato
que mis manos os
ofrecen?
Si lo queréis yo me
mato.
¡Mis voluntades se
acrecen!
Y no admito la
derrota
ni un paso atrás de
cobarde
pues mi corazón
rebrota
y agora, ya está que
arde.
He de conseguir su
aliento,
su calor y su
ternura,
aunque a vencer
desaliento
tenga que mediar un
cura.
Así, ya me decís
cosas sensatas
si media ya la Iglesia
es muy distinto,
no soy como pensáis
de esas beatas
perdidas, sin saber
quitarse el cinto.
Cumplirme en este
trance es lo que importa
si entrego mi virtud,
es con doblones,
la cuenta del ducado
está muy corta
y debo restaurar los
mis salones.
Presto, que venga el
cura y monaguillo
que soy viuda de ayer
en un combate.
Su cuello lo segaron
a cuchillo.
Perdida está su vida
en un dislate.
Mas no tembléis señor,
tomad mi brazo,
llevadme hasta el
altar, me quito el velo,
la tripa que me veis
es de embarazo,
os ruego perdonéis mi
poco pelo.
Sin conocer varón,
estoy preñada
lo mismo que la
Virgen del Barranco,
milagro del Señor de la
Cañada.
Muchos son los que
dicen que no atranco.
Mas son todo mentiras
de la gleba,
cetrina y contumaz
como esa roca
que quiere liberarse
y no me aprueba
que yo quiera
taparles bien la boca.
¡Me sorprende tal
alarde
de impudicia mi
Duquesa!
Ya me está quedando tarde
para cenar, tengo
priesa.
Debo partir a
Silesia,
la obligación me
reclama,
disculpadme con la Iglesia,
a las diez voy a la
cama.
Marchóse el caballero
por do vino,
y dicen los que saben
de la historia
contada claro está
por un vecino,
que el Duque no murió,
vive en Vitoria…
(Moraleja )
Si eres libertino y
no eres bravo,
no cojas lagartijas
por el rabo.
Escrito por -Azpeitia
José Antonio-
2 comentarios:
¡Sin conocer varón y estar preñada...
Me resulta fructífera ,por doquier encuentro belleza
Abrazo
André
Gracias por volver
un abrazo
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