Treinta
monedas...
Sobre
la mesa oscura de madera,
con
la efigie de un César de hace siglos.
No
brillan ya sus caras desgastadas.
Son
precio de una vida que se escapa
que
apuesta por seguir en esta tierra.
Son
de oro, con relieves, maleables.
Se
dejan masticar por los expertos.
La
vida es muy distinta en cada una.
Si
hablaran de su historia, ¡Una aventura!
Un
libro llenarían entre todas.
Ocultas,
enterradas, escondidas,
vivieron
en los sitios más extraños...
El
pecho de una dama distinguida,
la
bolsa genital de un viejo turco,
sentina
de una Nao de Fenicios,
el
huerto de un Procónsul de la Galia...
La
mesa es la frontera de dos hombres
dispuestos
a vencer desde su lado.
Negocian
en voz baja. No se sabe
que
extrañas ambiciones les corroen.
Sus
ojos muy abiertos los delatan.
El
muerto nos dirá, quien ha perdido…
Escrito
por –azpeitia-
en Jaén.
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