LA
CODICIA
Sobre
la oscura mesa,
las
manos codiciosas
aprietan
el vacío.
Son treinta
las monedas,
que esperan
su destino.
Un
montón de amarillas,
silenciosas,
son el
precio de una vida
que se
escapa,
sin
preguntas… con violencia.
Es
duelo de un acuerdo inacabado,
la
venta de algo inerte…
vil
materia.
Fundidas
por un César victorioso,
sus
caras ya no brillan como antaño.
Son
oro maleable, deseado.
Relieves
desgastados de mil manos,
se
dejan masticar por los expertos.
La
prueba es necesaria al cerrar tratos,
antigua
tradición de mercaderes.
Historias
muy distintas las separan.
provienen
de países muy lejanos.
Si
hablaran, son capítulos tremendos,
un
libro de aventuras del pasado.
Los
hombres las condenan sin sentencia,
a
ocultas, enterradas, escondidas,
viviendo
en los lugares más extraños…
El
pecho de una dama distinguida,
la
bolsa genital de un viejo turco,
sentina
de una Nao de Fenicios,
el
huerto de un Procónsul de la Galia...
La
mesa es la frontera entre dos sombras,
que se
hablan sin mirarse, vehementes.
Negocian
en voz baja.
No se
sabe…
que
extrañas ambiciones les corroen.
Sus
ojos tan abiertos los delatan.
El
rayo de un cuchillo corta el aire…
El
muerto no dirá lo que ha perdido...
Escrito
por - azpeitia – en Jaén el 17 de Mayo de 2013
1 comentario:
Hay certeza en tus palabras. Es muy buena.
Beso.
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