LA QUINTA SINFONÍA DE BEETHOVEN
Sinfonía del Destino
(Beethoven en unas condiciones de pobreza
no entendibles,
con un viejo clavicordio
desafinado, con algunas teclas que no
funcionaban, fue
capaz de construir esta
catedral del arte musical. Él dijo por escrito
en una
ocasión, que el destino llamaba a las
puertas de su alma.)
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El frío no dejaba hablar al aire.
La calle iluminada de una sombra,
sonaba quejarosa a incertidumbres.
Fervor en las paredes de la noche,
que agarra con las manos la fortuna…
Llamaron ocho veces a su puerta.
De un peregrino el cayado Jacobeo,
pidiendo caridad de madrugada,
la madera golpeó con insistencia.
Pam…Pam…Pam…Pam…
¡Ah De la casa… Que Dios sea bendito!
Pam…Pam…Pam…Pam…
!Tened pocas monedas
a un mendigo!
El dueño del casón, no tuvo dudas.
Los golpes fueron más que una llamada.
Sonaba melodioso. ¡Era un mensaje!
Su gesto enmudeció para escucharlo.
“Parece una corchea
con bemoles”…
Sol…Sol…Sol…Mi bemol…“¡Suena a sonata!”
Dos Pfenning, pan y
vino fue limosna
que pudo atesorar el
mendicante.
Jamás volvió a
llamar a aquella puerta.
Perdido entre la
bruma se fue el hombre.
Se dice que fue
Dios. Quizá un milagro.
Beethoven se lanzó
al papel pautado.
Su mano enloqueció
en el pentagrama.
Las notas
embriagadas se aferraban
a una coda que
estremece al gran maestro.
“¡Será en clave de sol con tres bemoles!”…
Redondas, semifusas,
blancas, negras,
se entrelazan con
corcheas, después fusas.
Buscan pareja, que
del ritmo febril
sean actrices,
autoras del momento
más hermoso, que
podrán interpretar
en los teatros, la
corte… los palacios.
Inútil majestad sin
instrumentos
que puedan dar
prestancia a este concierto,
resuenan en la mente
del maestro.
Es el autor que
viene de otra esfera,
que puede dibujar
todas las voces
hacer que los
momentos sean rotundos.
Escrito sonará en
sus cuatro tiempos,
distinto el Do menor
sin los becuadros.
La hermosa sinfonía
se ha iniciado.
Resuena en notas fuertes
repetidas.
Retumba cautivando,
se hace inmensa.
Le sigue un tempo
lento, feliz, suave,
de las notas
redondas sorprendidas…
perseguidas de un
crescendo de corcheas,
de fusas, semifusas impacientes…
Subiendo, se hacen
grandes, imposibles.
Buscando el infinito
se sublevan…
No se arredra el Destino
que persiste.
Lo pondrá en el más
tremendo de los retos.
Llamará al final las
puertas de su alma,
de par en par abiertas
sin cerrojos.
El aire pasará sin
miramientos
al mundo de los
sueños que lo inundan.
No cejará la nube
que lo envuelve
en su empeño de
elevarlo hasta lo alto.
Las musas que son sabias
lo seducen,
lo transportan, lo
llevan, lo hacen suyo.
Su mano no descansa… ¡Es
el Destino!
El clavicordio que
tradujo el gesto,
el instinto brutal
de lo que es grande,
padeció la vejez de
muchos años.
No le dejaron
presumir de alardes.
Destartalado y torpe
lo consigue.
Es viejo el
instrumento. No comprende
la tarea brutal que
le encomiendan.
La extraña sinfonía es
agobiante.
Sus cuerdas no
resisten el esfuerzo.
Hay teclas que están
mudas, no responden.
Le toca adivinar al
que interpreta,
virtuoso en la
pobreza más sublime,
la falta de esas
notas que están muertas.
Sus dedos son
inquietos y nerviosos,
se mueven a un
impulso enfebrecido.
La música le amó.
Fue lo importante.
Lo quiso y lo abrazó
en lo más profundo.
Sacó de su emoción
diez sinfonías.
Algunos que lo
estudian, dicen nueve.
Él supo adivinar a cualquier
nota.
No importa que la Clave
fuera anciana,
difícil resolver sus
desafinos.
El scherzo y el
rondó se han terminado.
¡Las notas ya están
puestas en su sitio!
Armonías del alma
que se crecen,
dibujando en el aire
los sonidos,
pusieron en sus
líneas algo excelso.
Catedral que
construida sin la piedra,
perdurará sencilla
sin ojivas,
arquivoltas,
relieves apretados,
sin el mármol
fastuoso, petulante,
de esas otras de
locas pretensiones,
que la erosión las
dejará desnudas
sin nada que decir
en sus escombros.
La música coral de
iglesia y corte,
pasarán al arcano de
la historia,
a los viejos
esquemas del pasado.
Esta obra, monumento
en el espacio,
con fervor la
sostienen los humanos.
Tan fuerte,
diferente y delicada
que es inmortal, aún
más, es trascendente.
La estructura de sus
arcos es virtual.
Las cúpulas son
vagas y cambiantes.
Las torres se han
perdido en el espacio.
Las gárgolas escupen
lo indecible,
gemidos que jamás se
han escuchado.
Un canto que
conmueve lo divino,
se pierde en el
espacio sin barreras,
circunda el
macrocosmos que soñamos,
remueve los resortes
de nuestra alma,
nos deja levitando
en las estrellas…
Es algo que no puede
describirse.
Supera hasta
dejarnos extenuados,
sin aire, genuflexos
ante el genio,
que ha puesto a
nuestro alcance el
universo…
Escrito por –azpeitia-
el día de su cumpleaños hoy 17 de Octubre de 2015
5 comentarios:
Bonjour,
Merci pour ce délicieux moment avec ce merveilleux billet.
Gros bisous ☼
Una delicia leerte
Cuando escuche la quinta sinfonía me acordaré siempre de tu bello escrito.
Un abrazo.
Martinealison merci a toi pour votre attention....azpeitia
Maria Angeles un abrazo muy grande...donde estás ahora en Argentina....
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