Existir…
Existir, sin comprender el motivo,
es el sufrimiento que nos inunda
de habitar esta carne que es mortal.
Yo no entiendo a este cuerpo
intransigente,
que no escucha mis súplicas
constantes
que puedan desvelar sus mecanismos.
No deja desentrañe los secretos
sin dolor que acompañe a mi osadía.
Es máquina diabólica, imperfecta,
que rige caprichosa mi destino.
Me exige servidumbres incontables
que yo quisiera obviar, pero no
puedo.
Inquilino del tiempo de este cuerpo,
son muy raras las veces que disfruto
de un espacio de treguas distendidas,
tan pocas… que las cuento con los
dedos.
Mañana… ¿Será al otro?… ¡Quién lo sabe!
El que mueve este universo de locuras
dejará que comprenda sus misterios
y me muestre sin ambages sus poderes.
Huésped humilde aún soy de este
tirano.
Y en un día, ya sin orden ni
concierto
pedirá que me vaya limpiamente,
sin avisar, ni tiempo a despedirme.
Desahuciado, sin mis cosas ni
equipajes.
Sin el peso brutal de su estructura
volaré con la luz al infinito
libre ya de este mundo que no
entiendo.
Escrito por
Azpeitia, José Antonio
el 18 de marzo de
2020 después de Cristo.
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