Los
hombres y las mujeres, somos historia que construimos día a día. Desde que
nacemos, pasamos la vida buscando a ese otro ser que nos complementa que
sabemos que está ahí, pero que muchos no llegan a encontrar jamás. La poesía
que hoy escribo y pongo en esta página “La eterna noche”, quiere describir esa
odisea. Si la historia fuera el relato fiel de la verdad, si los historiadores
y los políticos no nos mintieran a cada instante, si conociéramos la realidad, la
Humanidad enmudecería para siempre.
- Azpeitia –
LA ETERNA NOCHE DE LA ESPERANZA
LA ETERNA BÚSQUEDA…
Cerca del sinuoso equilibrio
que me angosta
que me lleva
oigo a lo lejos la voz inmensa
que me inunda
que circunda de esperanza
lo que viene, lo que llega
que me alcanza.
Bebo alegre los matices
las raíces
de la eterna incertidumbre
pasajera que no escucho
porque estás, eres
vivencia
realidad sin paliativos.
Hoy, eso es mucho
es ilusa arena
de una playa inmensa.
Lo demás, es…hastío
podredumbre en la que vivimos
apretados, indefensos
resignados a los otros
que nos mandan
sin reparos.
Curva que separa
lo que importa…de lo inútil.
Razón amable
irracional, quimera
que espero sonriente
imperturbable.
De la suerte desleal
que nos gobierna a su aire
todo está dicho.
Hay mucho escrito ¡Sí!
Y todo, figura en entredicho.
A esta suerte de vivir
algunos, la llaman sino
y otros… entre sollozos
el cruel destino.
Escoge si te atreves
tu sendero.
La suerte como ves
mi buen vecino
es caprichosa, aleatoria
mercenaria.
¡Cómo aturde!
Es siempre adusta
su presencia… necesaria
imprescindible
resulta injusta.
De los errores... la dueña
Nos flagela, se ríe
nos engaña.
De esa fe de carboneros
de erráticos, sin rumbo
que es humana
amaña resultados
nos hace indiferentes
desgraciados.
Unción misteriosa de la vida
Se alambica en el rito ancestral
de lo pasado
sometiendo lo presente
a leyes huecas.
Acogida al tránsito brutal
de los milenios
sólo tienen en memoria
viejos cuentos
que algunos en su enjundia
les dan apelativos nobles
de intrahistoria.
Siempre, esa Historia
recoge a esos dos seres
¡Siempre los mismos!
que se intuyen diferentes
que se anhelan
que se buscan, que se añoran
en la eterna esperanza
de encontrarse.
Alejados por la bruma.
Ignorantes...del espacio
que separa
tantean en lo oscuro
casi a ciegas
Está allí, está muy lejos
sí que existe
nos espera.
No sabemos, dónde
no sabemos, cuándo.
Llenos de añoranzas
a escondidas
asomados al camino
temerosos
en la búsqueda sin fruto
de los sueños
que llegan a retazos
trazamos mil dibujos.
Ver al otro
cualquier día
en tímida sorpresa
en una tarde azul de sol
o gris, de lluvia densa.
No importará ese cómo
la alegría, será inmensa.
Hay un rastro animal intuitivo
que nos guía, marca
calles
con los pies dolidos
de andar sin rumbo
medimos el terreno
de extraños edificios
de luces, de señales
de un tráfico furtivo
adulto, enloquecido.
Luminarias engañosas
bombillas de neón
donde eres bulto.
¿Un bulto sospechoso?
Un callejón angosto
solitario, casi escondido.
En esa obscena oscuridad
sin nombre
¡Podrás ser detenido!
El miedo es gratuito, lábil,
cobarde, frío, sin fronteras.
Se sientan los que temen
en el tronco de la duda
al borde del sendero, buscando
un río absurdo, que no existe.
Retuercen los silencios
hasta ahogarlos
en horas que le roban al deseo.
Suspiros sin retorno
anhelos ateridos.
No quiero acurrucarme
en la mentira fácil
entregar mi ternura
sin preguntas
al que llegue de soslayo
de repente, sin
motivo
apagando la luz de lo evidente.
Credenciales necesarias
para el viaje, son
rotundas
exigentes.
Un espíritu que apueste
por lo bello, lo sublime
lo que vale
que respete la palabra
que no pida lo imposible.
Necesidad inmensa
del otro… Del ser
que nos depara
la fortuna
que apaga soledades.
Hoy o mañana, volarás junto a mi
sin tiempo, sin espacio,
en ese nudo que fragua
lo que es cierto.
Lo que dura
no habrá muerto
está en nosotros.
Sensación de ese tacto
que se filtra entre los dedos
sumergidos en el agua
serena, callada
de otro cuerpo.
Estar, sin estar en mi
huir de ese yo
insoportable, trascendente
tan sensible.
Volver, al mí mismo
de forma diferente
quedarme al partir
a un nuevo mundo
en el lago trasparente
profundo que es el alma.
Dejarme ir, sin entregas
volver el rostro al cielo
no mirar a ciegas
Interpretar las ansias
amarnos con descaro
mirar al frente
limpio... sin bagajes.
Sólo un presente
sin pasados ni futuros
que lo apaguen.
No quiero cambiar el paso
al subirme entre los sueños
cuando tejen en sus manos
una luna que es menguante
soportando las estrellas.
Realidades sin pasados
que las llevo en los bolsillos
que me empujan a lo negro
que me llevan a lo blanco
en cada despertar
en cada anochecer
en cada instante
de ajedreces imposibles
de porcelanas rotas
sobre un mantel de hule
que huele a cocina rancia
al día a día que nos une
al encontrarnos.
Quiero dejar
que las mañanas
traspasen los límites
de los atardeceres
cuando ya me sabes nuevo
limpio sin matices.
Que el anochecer
espere adormecido
en el calor de nuestras manos.
En la nube de caricia
que nos envuelve
que transporta
que atenaza
que nos hace mejores
a la sombra de nuestros deseos.
Claro amable
el del bosque intrincado de la vida
que buscamos sin descanso
en la confianza que tenemos
de encontrarlo.
Es esta eterna noche
la que cuida el amor
cómplice de nuestros secretos.
Tesoro que guardamos
detrás de las paredes que se alejan
y vuelven nuestro espacio
grande... inmenso
casi infinito.
Escrito por - Azpeitia, José Antonio -
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