08 enero 2022

LA ETERNA NOCHE DE LA ESPERANZA...

 





 Los hombres y las mujeres, somos historia que construimos día a día. Desde que nacemos, pasamos la vida buscando a ese otro ser que nos complementa que sabemos que está ahí, pero que muchos no llegan a encontrar jamás. La poesía que hoy escribo y pongo en esta página “La eterna noche”, quiere describir esa odisea. Si la historia fuera el relato fiel de la verdad, si los historiadores y los políticos no nos mintieran a cada instante, si conociéramos la realidad, la Humanidad enmudecería para siempre.

- Azpeitia –

 

 

LA ETERNA NOCHE DE LA ESPERANZA

LA ETERNA BÚSQUEDA…

 

Cerca del sinuoso equilibrio

que me angosta

que me lleva

oigo a lo lejos la voz inmensa

que me inunda

que circunda de esperanza

lo que viene, lo que llega

que me alcanza.

 

Bebo alegre los matices

las raíces

de la eterna incertidumbre

pasajera que no escucho

porque estás, eres vivencia

realidad sin paliativos.

 

Hoy, eso es mucho

es ilusa arena

de una playa inmensa.

Lo demás, es…hastío

podredumbre en la que vivimos

apretados, indefensos

resignados a los otros

que nos mandan

sin reparos.

 

Curva que separa

lo que importa…de lo inútil.

Razón amable

irracional, quimera

que espero sonriente

imperturbable.

 

De la suerte desleal

que nos gobierna a su aire

todo está dicho.

Hay mucho escrito ¡Sí!

Y todo, figura en entredicho.

 

A esta suerte de vivir

algunos, la llaman sino

y otros… entre sollozos

el cruel destino.

Escoge si te atreves

tu sendero.

 

La suerte como ves

mi buen vecino

es caprichosa, aleatoria

mercenaria.

 

¡Cómo aturde!

Es siempre adusta

su presencia… necesaria

imprescindible

resulta injusta.

 

De los errores... la dueña

Nos flagela, se ríe

nos engaña.

 

De esa fe de carboneros

de erráticos, sin rumbo

que es humana

amaña resultados

nos hace indiferentes

desgraciados.

 

Unción misteriosa de la vida

Se alambica en el rito ancestral

de lo pasado

sometiendo lo presente

a leyes huecas.

 

Acogida al tránsito brutal

de los milenios

sólo tienen en memoria

viejos cuentos

que algunos en su enjundia

les dan apelativos nobles

de intrahistoria.

 

Siempre, esa Historia

recoge a esos dos seres

¡Siempre los mismos!

que se intuyen diferentes

que se anhelan

que se buscan, que se añoran

en la eterna esperanza

de encontrarse.

 

Alejados por la bruma.

Ignorantes...del espacio

que separa

tantean en lo oscuro

casi a ciegas

 

Está allí, está muy lejos

sí que existe

nos espera.

No sabemos, dónde

no sabemos, cuándo.

 

Llenos de añoranzas

a escondidas

asomados al camino

temerosos

en la búsqueda sin fruto

de los sueños

que llegan a retazos

trazamos mil dibujos.

 

Ver al otro

cualquier día

en tímida sorpresa

en una tarde azul de sol

o gris, de lluvia densa.

 

No importará ese cómo

la alegría, será inmensa.

 

Hay un rastro animal intuitivo

que nos guía, marca calles

con los pies dolidos

de andar sin rumbo

medimos el terreno

de extraños edificios

de luces, de señales

de un tráfico furtivo

adulto, enloquecido.

 

Luminarias engañosas

bombillas de neón

donde eres bulto.

¿Un bulto sospechoso?

Un callejón angosto

solitario, casi escondido.

 

En esa obscena oscuridad

sin nombre

¡Podrás ser detenido!

 

El miedo es gratuito, lábil,

cobarde, frío, sin fronteras.

Se sientan los que temen

en el tronco de la duda

al borde del sendero, buscando

un río absurdo, que no existe.

 

Retuercen los silencios

hasta ahogarlos

en horas que le roban al deseo.

 

Suspiros sin retorno

anhelos ateridos.

 

No quiero acurrucarme

en la mentira fácil

entregar mi ternura

sin preguntas

al que llegue de soslayo

de repente, sin motivo

apagando la luz de lo evidente.

 

Credenciales necesarias

para el viaje, son rotundas

exigentes.

 

Un espíritu que apueste

por lo bello, lo sublime

lo que vale

que respete la palabra

que no pida lo imposible.

 

Necesidad inmensa

del otro… Del ser

que nos depara

la fortuna

que apaga soledades.

 

Hoy o mañana, volarás junto a mi

sin tiempo, sin espacio,

en ese nudo que fragua

lo que es cierto.

 

Lo que dura

no habrá muerto

está en nosotros.

 

Sensación de ese tacto

que se filtra entre los dedos

sumergidos en el agua

serena, callada

de otro cuerpo.

 

Estar, sin estar en mi

huir de ese yo

insoportable, trascendente

tan sensible.

 

Volver, al mí mismo

de forma diferente

quedarme al partir

a un nuevo mundo

en el lago trasparente

profundo que es el alma.

 

Dejarme ir, sin entregas

volver el rostro al cielo

no mirar a ciegas

Interpretar las ansias

amarnos con descaro

mirar al frente

limpio... sin bagajes.

 

Sólo un presente

sin pasados ni futuros

que lo apaguen.

 

No quiero cambiar el paso

al subirme entre los sueños

cuando tejen en sus manos

una luna que es menguante

soportando las estrellas.

 

Realidades sin pasados

que las llevo en los bolsillos

que me empujan a lo negro

que me llevan a lo blanco

en cada despertar

en cada anochecer

en cada instante

de ajedreces imposibles

de porcelanas rotas

sobre un mantel de hule

que huele a cocina rancia

al día a día que nos une

al encontrarnos.

 

Quiero dejar

que las mañanas

traspasen los límites

de los atardeceres

cuando ya me sabes nuevo

limpio sin matices.

 

Que el anochecer

espere adormecido

en el calor de nuestras manos.

 

En la nube de caricia

que nos envuelve

que transporta

que atenaza

que nos hace mejores

a la sombra de nuestros deseos.

 

Claro amable

el del bosque intrincado de la vida

que buscamos sin descanso

en la confianza que tenemos

de encontrarlo.

Es esta eterna noche

la que cuida el amor

cómplice de nuestros secretos.

 

Tesoro que guardamos

detrás de las paredes que se alejan

y vuelven nuestro espacio

grande... inmenso

casi infinito.

 

Escrito por - Azpeitia, José Antonio -

 

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