ALEA IACTA EST…
Homenaje a la Poeta Amaya Martin
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La suerte no está echada, no se acuesta
corre desventurada al precipicio
de un tiempo y un espacio que se funden
en la extraña ineptitud del cotidiano
ese torpe guerrero que fusila
con su nombre aburrido amaneceres.
Sólo un tímido poema nos convence
acrece con sus versos la esperanza
revuelve en nuestra cama los sudores
del tibio anochecer de cada día.
Los ojos de esa cara son promesa
sonrisa abierta que ilumina todo
belleza sumergida en lo profundo
el faro de ese puerto de arribada
donde el viento y las olas se acongojan
al romperse entre viejos farallones.
Se escapan de lo inútil los poemas
son pérfidos martillos y un cincel
que esculpen y deshacen los prejuicios
dando formas que nadie imaginaba
ese icono brutal de desnudeces
que sorprende a los sabios y profanos.
Lo amargo y lo más dulce, crecen juntos
se mezclan, se emborrachan las pasiones.
El vértigo del verso es peligroso
expresa entre sus líneas muy sutiles
los pecados veniales sin motivo
y del infierno cruel, también mortales.
Confesión en parroquia envejecida
no redime los falsos padrenuestros
quedando entre paredes olvidados.
Ese gesto mirando al infinito
desarbola al lector de los poemas
enamora a los vates de mil mundos
que quisieran conocerla más de cerca
respirar el embrujo de la musa.
Ese “cerca” que hace años me condujo
despacio, muy despacio a su ternura
en la espesa madeja de la Red
donde mueren y nacen ilusiones
en búsqueda tenaz de amor sin hache.
Inspiras a un pintor por tu silueta
al humilde poeta con tus versos.
Nadie sabe dónde llega tu oleaje
en las tardes soleadas de esta playa.
Sólo sé, que apoyándome en tu sombra
mis palabras se visten de poema.
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