05 diciembre 2021

EL DESTINO...

 


                                          


                                            

EL DESTINO…

 

Ayer, ¡Sí!... Ayer

cuando el desdén de la vida

amenazaba una ciega tormenta

de esquinas sin salida  

de calles llenas de sombras alargadas  

paredes sin ojos que gritaban los ecos

de los que detrás de ellas

pedían una oportunidad

alargué sin entenderlo mi tiempo

mi mano sobre el resignado teclado.

 

En esa prórroga  

llegó despacio la noche.

Ya era muy tarde

cuando ese oscuro

paciente y callado

compañero de viaje

me habló de ti a su manera

mirándome a la cara

desde ese pozo sin fondo  

cuadro de imágenes, letras y colores.

 

Fue sólo un momento

el imprescindible.

 

Como siempre

lo hubiera apagado

cerrando los párpados de sus ojos

sobre la tecla que nos baja al suelo.

 

Pero estabas allí

en la bruma de rojos y negros

representada por una Ninfa

discretamente desnuda

con alas de ángel, y una poesía.

 

¡La primera!

 

Después sin saber quién

y cómo eras

 otra, otra y otra.

 

Voces opacas

de mi cansada imaginación

querían adivinar quién estaba detrás.

 Palabras, poemas

un enjambre.  

Sensaciones, que enlazadas

 hicieron de la realidad virtual  

lo eterno

el amor a esos versos

resucitando

lo que nadie puede creer

la ilusión y la vida al mismo tiempo.

 

Después, unidos nuestros versos

unidas nuestras manos

 nuestros cuerpos

rompimos las distancias

los espacios.

“Alea iacta est”

Ni un paso en falso.

 

Nadie sabe del destino

que nos trae

que nos lleva atolondrados

que el fruto de ese amor

ha germinado.

Dos seres nos contemplan

asombrados, inocentes

preguntan sin cesar

por qué escribimos

por qué nos besamos

por qué la tierra es tan redonda.

 

Hoy sólo entiendo de silencios

de las noches que abrazados   

una inmensa paz

sale de su recóndito escondite

inundando nuestros sueños.

 

Escrito por -Azpeitia, José Antonio -

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