ESPEJOS DEL SENDERO…
Me quedaré con la imagen
que me otorgas
de tu rostro, sin boca
sin labios
apagado por el cuello de cisne
de tu ropa
perfil de una silueta en claroscuro.
Sólo tus ojos me hablan
de tu adentro
agudos, inquietos
penetrantes
invadiendo el espacio
que separa, tu mundo
de otros mundos
mundos distintos, que se queman
se respiran, se inhalan
se hacen humo.
Es el instante después
de tus silencios
verbalizados con leves
movimientos
en gestos sutiles
que amenazan
que quieren decir
pero se callan.
Hoy no queda ya
nada que tu ignores.
Adivinas, presientes
en sus venas
las líneas quebradas
de otras manos
que te enseñaron
senderos agotados
de mil lunas.
Hoy la poesía sencilla
no te habla
la égloga inocente
ya está muda, sin cadencias.
Sólo palabras candentes
que te abrasen
abren caminos
en tu carne blanca
que sabe a lino
a verso
a hierba sobre tierra marga
acunada en los bordes
de senderos
que recorren tu cuerpo
de mañana.
Poesía desierta, sin espejos
donde puedan mirarse
luces torpes
de un delito nocturno
que no ha muerto.
Éxtasis, de una gota
de agua suspendida
en el éter rotundo de tu frente
que se detuvo, tan sólo
en un recuerdo
y se asomó a tus ojos
un momento.
Agua que mana de tu cuerpo
en el sudor, que a veces
te imaginas.
Mañana, si es posible
miraré otra vez
por ver tus ojos
inundados de amor
sólo tus ojos.
Escrito por – Azpeitia, José Antonio
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