INCERTIDUMBRE…
Incertidumbre del aire que respiro.
Es un escueto sendero el que me lleva
a la bruma que envuelve la suerte ciega
que tengo entre mis manos
sin asideros que sujeten
su voluble viento.
Abrazo entre las nubes
a los pérfidos sueños
de mis noches de vigilias tercas
donde la ciega realidad me hace volar
correr hacia el engaño sutil, desangelado
del ave sin plumas que se impulsa torpe
del pez abisal que busca la luz del sol
de máscaras de tela hasta los ojos
de calles vacías sin humanos
de ojos ahuecados, escondidos
que miran al través de la ignorancia.
Incertidumbre, en la voz oscura de embozados
en las palabras escuetas sin matices
perdidas en la nada brutal de un imposible cielo
con su abrumador derroche de esperanzas
de los versos tundidos en noches blancas
donde sufren rayajos y tachones
donde nada les queda… que cause sorpresa
mirando con asombro con su boca enorme
la elegante luna comerse a las estrellas
también a los planetas.
Incertidumbre ¡Sí! Dentro de mí mismo
de mi mismidad, mortal filosofía
de la ética y moral de los sofistas
que viene de hace tiempo, exacerbada
insaciable, de matices glaucos
estética de iconos pintados de colores
de idolatrías feroces que amenazan
de un miedo ancestral de
siglos, de milenios
que se olvidan a sabiendas.
Son acordes disonantes de un desconcierto
en manos de una orquesta sin batuta
de la escala vital, en las notas dulces
que me invaden, sensibles, encadenadas
a un Dios, que asesinamos cada día sin motivo
con mayúscula o sin ella, poderoso
desconocido ¡Sí! Que allí me espera
en un lugar, muy lejos…en… ¡No sé dónde!
Escrito por - Azpeitia, José Antonio -
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